1 Samuel 2:27-30 y 3:11-13

¿Por qué has… honrado a tus hijos más que a mí? (1 Samuel 2:29)

Esta es la responsabilidad de todo padre, la de impedir que los hijos hagan lo malo, de complicarles la vida para que no hagan lo que quieran. Hoy día hay muchos recursos que los padres pueden emplear para estorbar la mala conducta de sus hijos. Pueden quitarles las llaves del coche, no tener internet en casa, cerrar la puerta con llave para que no entren a las tantas de la mañana, no darles dinero, dejarlos sin comer, o, en última instancia, decirles que tienen que buscar otro lugar donde vivir.

Todas estas cosas son drásticas, pero si ellos están comportándose como los hijos de Elí, hará falta actuar con contundencia, o perderlos. Lo que cuenta es la salvación de su alma, no su felicidad temporal.

La palabra de Dios vino a Elí con toda claridad: «¿Por qué has… honrado a tus hijos más que a mí?… Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco» (1 Sam. 2:29,30). Ceder a la voluntad de los hijos antes que a la de Dios es deshonrar al Señor y las consecuencias son trágicas.

Aprender de los errores

No estamos aquí para juzgar a Elí, sino para aprender todo lo que podamos de su triste ejemplo. Dios nos tiene por responsables si nuestros hijos están siendo de escándalo delante de la iglesia y de la gente que no conoce a Dios. Hemos de hacer lo necesario para estorbarles en sus propósitos egoístas, o Dios tomará cartas en el asunto, y cuando Dios se mueve en disciplina, es muy fuerte.

En defensa de Elí podemos decir que él conocía a Dios de verdad hasta el punto que pudo enseñar a Samuel a reconocer la voz de Dios y obedecerla. Cuando Elí supo el veredicto de Dios sobre su casa por no disciplinar a sus hijos, aceptó la voluntad de Dios: «Entonces dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciere» (3:18).

¡Pobre Elí!, amaba a Dios, de corazón, aunque no servía para disciplinar a sus hijos. Dios vio su corazón y en su misericordia le dio un hijo espiritual obediente, el pequeño Samuel, y así le llegó el consuelo de Dios por medio de este niño.

Hebreos 6:9

Si se da el caso que ya es tarde para actuar en la vida de nuestros hijos, Dios en su amor para nosotros, comprendiendo el dolor de nuestro corazón, nos puede consolar con hijos espirituales que sí son obedientes y respetuosos. Pero, como decía el autor de Hebreos: «Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así» (Heb. 6:9).

Padre, me has mostrado que la solución por la rebeldía es la disciplina, no la libertad. Dame fuerzas y energía para levantarme en defensa de la reputación de Dios, la de nuestra familia y de mi ministerio que mis hijos/as están poniendo en entredicho. Haz que te tema a ti más que a ellos. Enciéndeme con tu ira justa contra el pecado de mis hijos/as para que los corrija mientras haya la posibilidad de cambiarlos. Amén.

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