Proverbios 1:7

«El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.»

Hace bastantes años, en un campamento de verano orientado a la formación bíblica de los jóvenes, uno de ellos, que ya no era tan joven, dio su testimonio. Fue tremendamente impactante. Había sido adicto a la heroína, con todo lo que ello supone, y sin repetir aquí el infierno que sufrió, la vida de esa persona era un auténtico milagro. Milagro no solo por salir de la heroína sino por haber sido rescatado por el Señor.

Uno de los comentarios de un joven allí presente fue algo así: “Cómo me gustaría a mí tener un testimonio así y experimentar de esa manera el poder del Señor. Yo nací en un hogar cristiano, soy creyente pero no puedo decir que haya habido esos cambios tan espectaculares en mi vida”. En definitiva, se estaba lamentando de no haber pasado una experiencia traumática y verse después liberado de ella por el poder de Dios.

Terrible error. Justamente uno de los objetivos del libro de Proverbios es para que las personas, especialmente los jóvenes, no pasen por esas experiencias que ponen en riesgo la vida, la física y la espiritual. Dice un refrán español que nadie escarmienta en cabeza ajena. Pues la meta del sabio de Proverbios es justamente lo contrario, llamarnos a la cordura para que no tengamos que experimentar la amargura de nuestras decisiones equivocadas. Por eso a veces señala con pesar la tragedia del necio, es decir del que no hace caso de su consejo.

Las decisiones

Y como en la vida jugamos muchos papeles y nos encontramos con muchas situaciones en las que hemos de tomar decisiones, vamos a encontrarnos en Proverbios consejos que tienen que ver con lo cotidiano, con el día a día, y no por ellos deja de ser trascendente. Por ejemplo, día a día un estudiante, quizás sin que tenga absoluta conciencia de ello, se juega vivir un futuro u otro; dejamos que se meta basura en nuestra cabeza o filtramos lo que nos llega por tantos canales; somos diligentes o perezosos y determinamos nuestro éxito o fracaso; consideramos la sexualidad como un don de Dios o la banalizamos abriendo la puerta a una permanente inmadurez afectiva.

Así podremos ir considerando de forma sucesiva lo que la Palabra de Dios nos va aconsejando en cada escena de esta maravillosa aventura que es la vida.

De momento nos paramos en una de las finalidades que el libro de Proverbios anuncia desde el principio: Para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura.”

Dar sagacidad a los simples

No os sintáis insultados, jóvenes. El “simple” es la traducción de una expresión hebrea que nos lleva a pensar en personas que tienen facilidad para dejarse llevar por las opiniones de los otros, personas crédulas e incluso felices de ser como son. El joven, bombardeado como todo el mundo por los dogmas que esta generación nos trata de imponer para moldearnos a su imagen, es especialmente vulnerable, y ha de admitirlo con humildad si quiere comenzar el camino de una vida marcada por el éxito; si a eso le añadimos la vitalidad, impulsividad y falta de experiencia propias de la juventud, el caldo de cultivo para cometer errores vitales está servido.

No queremos tragedias en tu vida; Dios tampoco. Ve echándole un vistazo al libro de Proverbios. No es aburrido en absoluto; además lo bueno y malo que tiene es que va cambiando constantemente de temas; así que alguno te llamará la atención más que otros, quizás los que más te toquen de lleno.

Intentaremos reflexionar juntos sobre cosas que sin duda serán importantes para ti y levantarán tu interés. Y recuerda: “El principio de la sabiduría es el temor de Dios”.

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