Introducción: Los 5 secretos del compromiso

Al aceptar al Señor Jesús en nuestro corazón, hacemos un compromiso para toda la vida con Él.

Ejemplo de compromiso: La alianza del matrimonio

La alianza significa la palabra y la promesa dada entre los cónyuges de amor para siempre, de respeto, cuidado, fidelidad, etc.).

Una forma de mostrar a los demás que creo en Dios y que le amo, es obedeciéndole en aquello que Él me ordena.

Dios me manda que mi amor hacia Él se vea amando a mi familia, obedeciendo y honrando a mis padres; a su Iglesia, mis hermanos en la fe; a mi prójimo, es decir, también a todos los que me rodean; su obra, sirviéndole de todo corazón y amándome a mí mismo, viviendo en santidad y pureza para Él. 

De estas maneras de mostrar a Dios nuestro amor por Él, iremos descubriendo cada uno de estos 5 compromisos que componen y forman el compromiso con Dios.

Jesucristo nos enseñó y nos sirvió de ejemplo al cumplir estos 5 compromisos: Con sólo 12 años de edad ya nos dejó su propio ejemplo:

Alianza-de-matrimonio
  1. El compromiso con su familia: (Lucas 2:41-52)
  2. El compromiso con el pueblo de dios: (Juan 15:12-14 y 13:1,34)
  3. El compromiso con la obra de dios: (Lucas 2: 48-49 y Juan 5:17)
  4. El compromiso con la sociedad: (Lucas 23: 34 y  Mateo 9:35-36)
  5. El compromiso consigo mismo (pureza y santidad): (Hebreos:  4:15; 7:26 y 1ª Pedro 2:22)

Así que teniendo el mejor Modelo a seguir, aprenderemos e intentaremos obedecerle y hacer lo que Él ya con sólo 12 años comenzó a ser y hacer.

Lecciones «Los 5 secretos del compromiso»

Las lecciones «Los 5 secretos del compromiso» se pueden hacer de dos maneras distintas.

Opción online: Se presentan las 5  lecciones por separado para que podáis estudiarla, cada una con su temario,  versículos a memorizar y por último el cuestionario sobre la lección aprendida.

Opción descarga del archico: Descargar las 5 lecciones en formato texto (Word). Podéis estudiar las lecciones e ir respondiendo los cuestionarios para luego enviárnoslo a la dirección de correo arriba mencionado.

Podéis enviar los cuestionarios por separado o todos juntos anotando vuestros nombres, edad, dirección.

Timoteo

Vacio

Lección 1: "Nuestro compromiso con la familia"

El compromiso con nuestra familia.

Ya vimos a Jesús con 12 años obedeciendo a sus padres terrenales y estando sujeto a ellos. Pero, vamos a ver a otro niño cuya vida nos cuenta la Biblia, que también supo cumplir con este mandamiento de amar a su familia, obedeciendo y honrando a sus padres.

Timoteo: Su nombre significa: “Que adora a Dios”

Hechos 16:1-3

Pablo iba por todas partes predicando el Evangelio. Pero necesitaba un ayudante. Alguien que le acompañara en sus viajes. Sin embargo, tenía que ser un hombre verdaderamente creyente, alguien de buen testimonio. Un cristiano sincero, honrado y fuerte en la fe.

¿Sabéis quién era Timoteo?

2ª Timoteo 1:1-5 y 3:14-15

Timoteo vivía en la ciudad de Listra, en el país de Turquía. Pablo le llama en sus cartas “amado hijo”, “verdadero hijo”. Quizás puede ser que el mismo Pablo llevara a la fe a su abuela Loida y a su madre Eunice, en alguno de sus viajes anteriores a esta ciudad.

Así que Timoteo fue criado en el Señor y educado en el Evangelio desde muy pequeñito. Timoteo creció en un hogar donde su madre y su abuela eran creyentes, (la abuela viviría con ellos, seguramente)

Pero, ¿sabéis? Su padre no era creyente, era griego. Sin embargo, por lo que podemos leer de él, de cómo era y cómo se comportaba, por lo que la gente de la ciudad y los creyentes hablaban de él, Timoteo tenía que ser un chaval estupendo, un joven con una conducta preciosa y siendo un ejemplo para los demás.

¿Por qué digo esto? Porque cuando Pablo les dijo a los creyentes de Listra que necesitaba a alguien para que le acompañara en sus viajes misioneros, todos le recomendaron a Timoteo.

¿Creéis que Timoteo lo tuvo fácil en su casa con un padre que no creía en Dios, sino en muchos dioses falsos seguramente, y una madre y una abuela que sí creían?

Imaginaros ese hogar. Seguramente, tanto su madre como su abuela que de verdad amaban al Señor, le enseñaron a Timoteo a amar a su padre, a respetarle y obedecerle, aunque no fuera cristiano.

Timoteo amaba a su padre y amaba a su madre y abuela. Les obedecía y les honraba, como ordenaba uno de los Mandamientos “Honra a tu padre y a tu madre” y luego también ordena el Señor a través de Pablo en Efesios 6: 1-3.  Dios nos enseña y nos manda a que amemos, obedezcamos y honremos a nuestros padres, sean creyentes o no.

Timoteo no lo tuvo nada fácil. Pero él sabía que tenía que amar a su padre y seguro que también su padre le enseñó cosas buenas de la vida, le aconsejaría también como su padre que era.

Desde pequeño Timoteo amó a Dios y por ello sabía que donde primero debía mostrar su fe en el Señor y donde primeramente tenía que demostrar que era un hijo de Dios, era en su hogar, en medio de su familia. El amor que sentía por el Señor, le hacía amar a sus padres y honrarlos y obedecerles en todo.

Por eso, porque creció amando tanto a Dios y a su familia, su conducta y su comportamiento era observado por cuantos le rodeaban. Así que, siendo sólo un jovencito, (la Biblia no nos dice la edad que tendría) cuando Pablo llegó a Listra y pidió que alguien le acompañase para ayudarle, todos le hablaron de timoteo.

Si Timoteo amaba a su familia y su comportamiento con los suyos era tan bueno, también su conducta sería extraordinaria en medio de la Iglesia ¿no? Si era capaz de respetar y honrar a sus padres y a su abuela, ¿cómo no iba a ser capaz de obedecer y honrar a los demás? Desde pequeño le habían enseñado que amar a Dios, te hace amar a tu familia, a pesar de todo lo que pueda suceder dentro de un hogar.

Timoteo se había ganado la confianza y el respeto de todos los que le conocían. ¿Cómo nos ve la gente que nos rodea a nosotros? ¿Cómo les hablamos, les contestamos y cómo nos comportamos nosotros con nuestra familia?

Timoteo fue un ejemplo para toda la Iglesia, no sólo para los niños ni los demás jóvenes, sino para los más mayores y los ancianos que ministraban la Iglesia de su ciudad.

No sabemos qué fue del padre de Timoteo. Tal vez, más tarde por el testimonio y el ejemplo de su esposa y suegra, y el del propio Timoteo, él también aceptaría al Señor.

Lo que sí sabemos de Timoteo es lo siguiente:

  • Acompañó al apóstol Pablo en sus viajes misioneros.
  • Era un joven con tantas ganas de servir a Dios y a los demás, que fue un ejemplo para todos los que le conocían.
  • Pablo, aún siendo tan joven, le encargó de muchísimas tareas a lo largo de su vida, para servir a Dios y a la Iglesia.
  • Siendo tan joven, ya estaba en el ministerio en medio de la Iglesia, sirviendo, ayudando, cuidando de los demás hermanos en la fe, aconsejando y pastoreando, incluso, a los creyentes en la Iglesia.
  • Timoteo no fue ningún “superman”, no era el mejor del mundo. Pero tenía un corazón que amaba profundamente a Dios y por eso su vida era muy especial.

Y por eso, dios le escogió para un ministerio especial de cuidar, servir, enseñar, etc., a los demás.

Sabemos por las cartas que Pablo le escribió, que estaba enfermo del estómago, Por lo cual no era ningún “perfecto” ni “superman”. (1ª Timoteo 5:23)             

  • Timoteo fue un hombre tan especial, que llegó a ser amigo íntimo de Pablo, éste sabía que todo estaba en orden, si Timoteo estaba al frente de las cosas del Señor en la Iglesia.
  • Su nombre ha quedado registrado para la eternidad, porque tiene 2 libros con su nombre en la Biblia. ¿Quién no querría tener este honor?
  • Timoteo se “ganó a pulso” ser un joven amado y honrado en su Iglesia, ser un joven respetado y preciso para el buen funcionamiento de la Iglesia. Pablo le insiste en que debe enseñar a los demás, corregir los errores en medio de la Iglesia, a no permitir cosas malas en medio de la Iglesia, etc.
  • Esto significa que timoteo tenía plena autoridad para gobernar en la iglesia como anciano o pastor.
  • Y todo esto, comenzó en su hogar, en su proipia casa, amando y obedeciendo a sus padres.

Si no aprendemos a amar y a obedecer a nuestros padres, difícilmente seremos capaces de amar y obedecer al liderazgo de la iglesia, y el crecimiento estará lleno de rebeldía y rabia hacia los demás, e incluso, hacia el Señor. Si no amamos y obedecemos a nuestros padres que nos han dado el ser y la vida y a quienes ves, ¿cómo vamos a ser capaces de amar y obedecer a Dios a quien no vemos?

Versículo para memorizar

“Hijos obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor” (Colosenses 3:20)

Cuestionario online

Ester

Vacio

Lección 2: "Nuestro compromiso con la iglesia"

En esta lección vamos a tratar sobre nuestro compromiso con el pueblo de Dios, es decir, con nuestros hermanos en Cristo, con la Iglesia.

Ya vimos algo de lo que la Biblia nos dice acerca de cuánto amor Jesús les tenía a los suyos, ¿os acordáis? Decía el evangelio de Juan: “Y como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan: 13:1), es decir, su amor fue tan grande que llegó a morir por ellos, y por todos nosotros que hoy somos su pueblo. Su amor fue tan inmenso que dio su vida por la Salvación de todo el mundo.

¿Cuánto amamos nosotros a nuestros hermanos en la fe? ¿Cuánto amamos nosotros a todas las personas que vemos cada domingo y cada día de reunión en la Iglesia, que son como nosotros hijos de Dios? ¿Qué estaríamos dispuestos a hacer por ellos? ¿Daríamos incluso la vida por amor a ellos?

Vamos a ver un poco de la vida de una chica, una jovencita, que sí estuvo dispuesta a dar su vida por el pueblo de Dios. Una joven realmente valiente y con un coraje increíble, que fue capaz de enfrentarse a una trama terrible que quería acabar con la vida del pueblo de Israel; y fue capaz de enfrentarse a un rey y a todo un reino, por amor a sus hermanos.

Ester: Su nombre judío era: “Hadasa”, (mirto).

Ester significa: “Estrella” (Y desde luego que fue una verdadera “estrella” que supo resplandecer en su tiempo y en el momento que tuvo que saber brillar) Jesús nos mandó que teníamos que ser luz en medio de la oscuridad de este mundo. Y verdaderamente, Ester lo fue.

¿Qué pensáis? ¿Que Ester nació en el palacio real, que tuvo una infancia feliz y que creció rodeada de lujos y comodidad, etc.? Pues no. A Ester le tocó vivir un tiempo muy difícil en la historia del pueblo de Israel.

Años atrás el rey Nabucodonosor había invadido Jerusalén y había destruido el templo y toda la ciudad, y se había llevado cautivos a la gente más rica e inteligente, a toda la familia real judía, soldados y a las mejores personas de la tierra de Israel.

Esto había sido un castigo de Dios por la continua desobediencia de su pueblo. Ahora, después de muchos años, los judíos seguían viviendo en el lugar adonde fueron llevados como presos, otros habían podido regresar a Israel. Y la familia de Ester vivía allí, ese país se llamaba Babilonia, y ahora se llamaba Persia, lo que hoy en día es Irán.

Ester viviría con sus padres, pero siendo pèqueña se quedó huérfana. Aquello tuvo que ser terrible para Ester, perder a sus padres tan pequeña y encima, en un país que no era el suyo.

Su primo Mardoqueo, que imagino sería ya mayor, la adoptó y se encargó de criarla y enseñarle también, seguramente, a creer en el verdadero Dios y confiar que algún día podrían regresar a su tierra.

Lectura: Ester 2:1-8

Para nada la vida de Ester fue fácil. Lo que sí sabemos de ella, es que tuvo que ser una jovencita preciosa y educada, valiente y capaz de enfrentarse a lo que fuera por los suyos.

El libro que lleva su nombre cuenta la historia de que el rey Asuero o Jerjes de Persia, abandonó a su esposa Vasti, porque ella no quiso obedecerle en algo que él le pidió, (los reyes en aquel tiempo podían hacer las cosas más feas y detestables que podamos imaginar) y después de algún tiempo, echó en falta el tener una esposa y una mujer que estuviera a su lado y le amara.

Así que sus consejeros, para impedir que volviera a estar con su anterior mujer, se pusieron de acuerdo con él para buscarle a la mejor esposa y reina para su trono. De modo que enviaron a buscar a todas las jóvenes más bellas del reino persa y llevarlas al palacio, para que el rey eligiera de entre todas a su nueva esposa.

En aquel tiempo nadie podía negarse a las órdenes del rey, pues podía pagarlo con su vida. Así que un día llegaron a la casa de Ester y se la llevaron también. Sin duda, tenía que ser realmente una jovencita muy bella. ¡Qué terrible tuvo que ser para ella todo esto, ser arrancada del hogar que ahora, después de perder a sus padres, empezaba a tener con su primo!

Ser llevada a un lugar terrible con un montón de jóvenes más a las que ni siquiera conocía, lejos de su primo con quien ya tal vez no volvería a estar nunca más, y lo peor de todo, tener que estar con un hombre sanguinario y cruel como era el rey Jerjes.

¿Que es un Harén? Si habéis visto películas o leído libros de historias de árabes, seguro que lo habréis oído mencionar. El harén era un lugar dentro del palacio donde vivían las mujeres escogidas por su belleza en el reino, y que se convertían en “concubinas” del rey, es decir, mujeres que sólo vivían y se cuidaban para estar con el rey cuando éste lo ordenaba.

No eran realmente esposas, sino mujeres para contentar al rey cuando a éste se le antojaba. Así que, ¿Creéis que aquello era fácil para Ester? ¿Pensáis que una jovencita con toda la vida por delante para enamorarse de verdad de un joven y casarse con él, podía soñar en algún momento con algo tan terrible como esto?

A Ester ya se le terminó su adolescencia, sus sueños y su deseo de encontrar a su “príncipe azul” y ser feliz con él. La vida que le esperaba iba a ser dura, muy dura y compitiendo con un montón de mujeres que sólo pensarían en ocupar el trono al lado del rey y convertirse en su nueva esposa.

¿Cómo es posible que Dios permitiera en la vida de una joven que ya había sufrido tanto algo tan tremendo? Pues, porque él tenía unos planes y un propósito no sólo para la vida de Ester, sino también para todo su pueblo.

Nunca jamás en nuestra vida sucederá algo que se le escape a Dios de las manos. Jamás Él permitirá en nuestra vida nada que pueda acabar con nosotros, aunque nosotros estemos convencidos de que lo que nos ocurre no tiene sentido o se le ha escapado a Dios de las manos.

Puede que no comprendamos muchas cosas de las que nos suceden, puede que nos haga mucho daño; pero el Señor siempre tiene una razón, un motivo, un plan y un propósito, que quiere hacer en nuestras vidas.

Si le hubiéramos preguntado a Ester qué sentía y qué pensaba cuando era llevada a la fuerza, contra su voluntad, al palacio del rey, quizás ella llorando nos contestaría que no entendía porqué Dios permitía algo tan fuerte en su vida.

Tal vez si le hubieran dado a escoger qué hacer, ella diría que hubiera dado cualquier cosa por poder escapar, o haber sido fea y con un físico y un cuerpo feos, con tal de no ser separada de su primo, de su hogar, de toda su vida, para ser encerrada en un harén y convertirse en el “juguete” de un perverso rey.

Pero, por encima de toda la realidad que a Ester no le gustaba, estaba la voluntad y el propósito de Dios, y un día Ester daría las gracias a Dios por esto que ahora ella rechazaba y le dolía.

Lectura: Ester 2:8-9

¿Cómo tendría que ser Ester que se iba ganando el favor de todos los que la conocían? No hizo más que entrar en el harén y ya se ganó la simpatía del encargado, y éste fue el que le recomendó cómo tenía que comportarse y qué ropa ponerse, perfumes, etc.

Lectura: Ester 2:15-17

Después de unos 4 años desde que el rey dejara a su primera esposa, por fin Ester llega a su vida. Nadie hubiera pensado que un rey tan grande y poderoso como Jerjes pudiera enamorarse de Ester, una joven judía, sencilla, sin aires de grandeza ni provocativa.

Podría ser que en la forma de mirar, en la forma de hablar y comportarse, en la manera de vestir y dirigirse al rey, a Ester se le tenía que notar diferente a las demás jóvenes del harén. Lo cierto es que Jerjes se enamoró de ella y la tomó por esposa, haciéndola reina.

¡Qué milagro más tremendo! Dios estaba obrando su voluntad y su plan perfecto en medio de todas estas cosas. ¿Por qué digo esto? ¿Sabéis que sucedió 5 años más tarde?

Lectura: Ester 3:5-13

Como siempre y en toda la historia del pueblo de Dios, el enemigo, Satanás, no puede soportar que las cosas les vayan bien a los hijos de Dios. Él odia a Dios y odia por lo tanto a sus hijos, y su propósito siempre ha sido, es y será, destruir al pueblo de Dios. Ya lo intentó en Egipto a través de Faraón; ahora lo intenta aquí a través del terrible Amán.

Conocéis también la triste historia del Holocausto Nazi con el sanguinario Hitler. Lo cierto es que Amán se propone destruir a todos los judíos, el pueblo de Dios, y en todos los lugares; que no quedara ni el recuerdo de ellos. Para eso, incluso logra prácticamente “engañar” al rey haciéndole firmar una orden, un edicto, para exterminar a todo el pueblo judío.

Lo peor de todo esto es que era una ley dada y sellada con el anillo del rey, no podía ser abrogada (Ester 8:8) (eliminada, cambiada, quitada), Por lo que los judíos no tenían escapatoria.

Mardoqueo al enterarse de la terrible ley fue en busca de Ester para darle la noticia y pedirle que interviniera y ayudara a su pueblo. Ester pensó al principio que ella nada podría hacer para salvar a su pueblo, pero Mardoqueo le respondió diciendo:

Leer Ester 4:14.

Sí, después de reflexionar y meditar en ello, Ester comprendió realmente que:

“Para esa hora había llegado a ser reina, para ese tiempo había nacido. En los propósitos eternos de Dios estaba ella.”

Así que con un valor tremendo y un coraje increíble, Ester le contestó a Mardoqueo:

Leer: Ester 4:15-16

Y, sí. Ester consiguió al final salvar a todo su pueblo. No fue fácil. Pudo costarle la vida, porque estaba totalmente prohibido entrar a ver al rey si no era antes llamado o invitado.

Pero, Ester estuvo durante 3 días orando y ayunando, pidiendo a Dios su dirección en todo este asunto. Y cuando se presentó delante del rey sin solicitar su audiencia, éste le extendió su cetro, símbolo de poder y autoridad real y también de perdón y benevolencia, y le permitió hacer su petición.

Si queréis conocer más y mejor la historia de cuanto sucedió y cómo Ester logró salvar a sus hermanos judíos, leeros el libro de Ester. Es un libro fascinante que os va a encantar.

El Señor cumplió su plan perfecto y Ester comprendió que llegó a ser reina para poder un día, 5 años más tarde, salvar a su gente de la muerte. Jesús sí llegó a dar su vida por su pueblo, por nosotros. ¿Qué estaríamos nosotros dispuestos a hacer por nuestros hermanos?

Dios nos manda que amemos a los demás, a nuestros hermanos, como él nos ama y nos dice que no hay mayor amor que el dar uno la vida por ellos (Juan 15:12-13). No es cuestión de que te caigan bien o mal; no depende de cómo se porten con nosotros.

Dios nos manda amarnos los unos a los otros como él nos ha amado (Juan 13:34-35) es la mejor forma de demostrar a los demás que Dios está en nuestro corazón, amándonos los unos a los otros, pero de verdad, no diciéndolo con la boca y en el corazón sintiendo rencor u odio hacia alguno de nuestros hermanos.

A pesar de que seamos tan diferentes unos de los otros, tenemos que amarnos, y el amor nos hace sorportarnos, perdonarnos y llevarnos bien. 

Versículo para memorizar

Este es el mandamiento de Dios para hoy:

“Nosotros tenemos este mandamiento de él: el que ama a Dios, ame también a su hermano”

(1ª Juan 4:21)

 

Cuestionario online

Samuel

Vacio

Lección 3: "Nuestro compromiso con la obra de Dios"

Samuel: Este nombre significa: “Pedido al Señor”

La historia de Samuel la podemos encontrar en el primer libro que lleva su nombre. Samuel fue profeta de Dios (Profeta es aquel a quien Dios escogía para comunicar su mensaje a su pueblo), y también fue Juez en Israel.

Su padre se llamaba Elcana y era levita, es decir, de la tribu de Leví, que habían sido elegidos para servir y ayudar en la Casa de Dios, en aquel tiempo todavía no se había construido el Templo, por lo cual lo que existía era el Tabernáculo, lugar de culto, como una tienda de campaña, construida en tiempos de Moisés.

Su madre se llamaba Ana. Lo más curioso del principio de la historia de Samuel, es que su padre tenía dos esposas, Penina y Ana. Penina sí le había dado hijos, pero Ana era estéril. Y una de las veces que la familia fue a la Casa de Dios para adorar, Ana se quedó allí orando y llorando, rogando a Dios que le concediera tener un hijo. Pero, leamos esta hermosa historia tal como la cuenta la Biblia:

Lectura: 1ª Samuel 1:9-20

Esta historia es preciosa. Aquí vemos cómo Dios no sólo oyó la oración de Ana, sino que vio todo su dolor y su necesidad, y contestó a su oración dándole el hijo que había pedido, por eso le llamó Samuel. Pues, bien, tal como ella le había prometido al Señor, así hizo.

Lectura: 1ª Samuel 1:22-28

Por aquel tiempo, las mujeres solían destetar, es decir, dejar de darle el pecho a sus hijos, cuando tenían más o menos 3 años. ¡Tuvo que ser muy duro para Ana dejar a su hijo con sólo 3 años solo en la Casa de Dios al cuidado del sacerdote Elí y su familia, pero ella así lo había decidido delante del Señor y cumplió su palabra. Dios la recompensó luego con más hijos.

Lo hermoso de esta historia es ver a un niño criado y atendido dentro de la casa de Dios, y conforme iba creciendo, más responsabilidades iba tomando en el servicio de las cosas de Dios.

Lectura: 1ª Samuel 2:11, 18-19, 21, 26.

Aquí vemos ya a Samuel de niño ministrando, es decir, ayudando, colaborando, sirviendo, etc., en la casa de Dios. Vestía un efod (túnica especial de una tela llamada lino, la que vestían los sacerdotes para servir al Señor).

El sacerdote Elí se encargó de enseñarle las cosas que tenía que hacer. Dormía en una estancia o habitación contigua al Tabernáculo. Por las mañanas se encargaba de abrir las puertas de la Casa de Dios y ayudaba a Elí en todo lo que éste le ordenaba.

Lo cierto es que, la misma palabra de Dios nos dice de Samuel que este niño crecía y era acepto (aceptado, amado) por Dios y por la gente que le conocía (1ª Samuel 2:21 y 26)

Es muy posible que tanto su madre Ana, como su padre Elcana, como el propio sacerdote Elí, le enseñaron a Samuel la Palabra de Dios, y le enseñaron también a amar a Dios, y le hicieron entender también, que:

Amar a Dios, significa amar las cosas de Dios, amar la obra de Dios, es decir, servir a Dios sirviendo también a los demás.

Cuando amamos al Señor deseamos de todo corazón agradarle, hacer las cosas que Él quiere que hagamos para Él. Todos los hijos de Dios hemos sido bendecidos por Él con Dones, es decir, con capacidades especiales para poder servirle en medio de su Obra.

Unos servimos a Dios de una manera, otros de otra; pero todos servimos para hacer algo especial para el Señor. Lo importante es que de verdad queramos servir, trabajar, honrar al Señor, con lo que podamos y sepamos hacer. Samuel estuvo dispuesto a servir a Dios y Dios le escogió y le capacitó para hacerlo.

Pero, ahí no quedó todo en la historia de Samuel. A ver, ¿quién tiene por aquí 12 años? ¿Os imagináis que una noche mientras dormís escucháis que os llaman por vuestro nombre y no sabéis quién es?

Lectura: 1ª Samuel 3:1-10

Según el historiador Flavio Josefo, judío, Samuel tendría más o menos esta edad cuando le sucedió este hecho tan extraordinario. ¡Qué cosa más tremenda! ¿Verdad? Sí, es que este niño, siendo precisamente eso, un niño de doce años, ya ansiaba en su corazón servir al Señor.

Imaginaos que le encantaba hasta abrir simplemente las puertas de la casa de Dios por las mañanas para que la gente entrara allí para alabar y adorar a dios. imagino que con el sólo hecho de encender las velas, los candiles para alumbrar por las tardes y las noches aquel lugar, incluso, barrer, limpiar el suelo, etc., lo que fuera con tal de servir, de ministrar a Dios y a su pueblo, para él ya sería todo un privilegio…

¿Es para nosotros un privilegio barrer la casa de Dios? ¿recoger las cosas que nos encontramos en el suelo, ordenar las sillas, mantener el cuarto de baño limpio y la cocina recogida, y lo que haga falta, haciéndolo por amor al Señor? ¿creéis que servir o ministrar a Dios es tan sólo cantar y tocar en el grupo de alabanza o predicar en el culto de los domingos, o ayudar en la escuela dominical, etc.?

Quizás hoy en día no nos llame de la misma forma que llamó a Samuel para servirle. Pero sí es cierto que desde que decidimos abrir nuestro corazón al Señor, Él nos llama para que como Samuel estemos dispuestos a servirle dónde él quiera y cómo él quiera.

Así que, tened bien abiertos vuestros ojos y bien atentos vuestros oídos, como Samuel, por muy niños que todavía seáis, porque Dios puede estar llamándoos ya.

Os digo una cosa, si no estamos dispuestos a servir a Dios en los trabajos más desagradables, como limpiar, barrer o fregar, no estaremos capacitados para servir a Dios en otros ministerios que consideremos mejores. Dios mira nuestro corazón (1ª samuel 16:7), y si no somos capaces de coger una escoba, dificilmente el Señor nos llamará y escogerá para realizar otras obras que queramos hacer para él.

Lectura: 1ª Samuel 3:19-20

Conclusión:

Todo Israel conoció, se dio cuenta, reconoció, que el Señor estaba con Samuel, porque Samuel lo había demostrado con su celo por las cosas de Dios. y conforme fue creciendo, Dios le fue poniendo cada vez más en alto delante de todo el pueblo.

Samuel se lo ganó a pulso, como suele decirse. Tuvo que pagar también un precio, fue separado de su familia, creció casi en soledad, sin el calor de sus padres. Aprendió a cuidar de los pequeños detalles y Dios al final le recompensó poniéndole sobre todo un pueblo como profeta y juez.

Versículo para memorizar

“En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado.”

(2ª Crónicas 31:21)

 

Cuestionario online

Josias

Vacio

Lección 4: "Nuestro compromiso con la sociedad"

Josías: Este nombre significa: “El Señor sana”

¿Os habéis dado cuenta a través de la historia de cada uno de estos personajes que estamos conociendo? Que de verdad, cada uno de ellos tenía el nombre que le correspondía para la enseñanza que nos quieren dejar sus vidas:

Timoteo: “El que adora a Dios”. ¡Y cómo le adoró con su vida y su ejemplo, amando                    a su familia.

Ester: “Estrella”. Y de verdad que su vida y su comportamiento alumbró como una estrella iluminando cada lugar donde estaba, iluminandola vida de un rey y la de todo su pueblo.

Samuel: “Pedido al Señor”. Y sí que Samuel fue un hombre pedido y como que “regalado” por Dios a su pueblo y a su Casa para servir y ministrar en las cosas del Señor y enseñar a su pueblo a hacerlo también.

Josías: “El Señor sana o cura”. Y de verdad que, como vamos a ver hoy, Josías fuecomo una “medicina” para el pueblo de Israel queestaba perdido y destruido por causa de todos sus pecados.

En la siguiente lección, también veremos cómo el nombre de nuestro personaje estará relacionado con la misión especial para la que el Señor le escogió.

Lectura: 2ª Reyes: 22:1-2

Josías sólo tenía 8 años cuando subió al trono de Judá. Si nos remontamos un poco a la historia de su familia, nos encontramos con su padre Amón, un hombre perverso y que no amaba a Dios, y que fue asesinado por sus sirvientes y ayudantes (2ª R. 21:22-23).

Anteriormente leemos en 2ª Reyes 21:1-18, la historia de su abuelo, el rey Manasés, considerado como el rey más terrible, cruel e idólatra, que tuvo el reino de Judá, (Israel se había dividido hacía muchos años en 2 Reinos, el del Norte o Israel, y el del Sur o de Judá.

Prácticamente, todos los reyes que gobernaron en el Norte fueron malos y no amaban a Dios. Pero, también en el reino del Sur, en Judá, hubo muchos reyes que se apartaron del Dios verdadero y adoraron a dioses falsos y practicaban sacrificios y ritos terribles para adorar a esos dioses falsos. Dos de ellos fueron, precisamente, el abuelo y el padre de Josías.

Sin embargo, si seguimos leyendo la historia acerca de Josías en los libros de 2ª Reyes 22-23:1-35 y 2ª Crónicas 34-35:1-27, nos daremos cuenta de que su corazón era realmente un corazón abierto al señor, dispuesto a honrarle, seguirle y obedecerle, y conseguir que todo su pueblo, todos los habitantes de israel, también lo hicieran.

Imaginaos cómo creció Josías en medio de tanto temor por el asesinato de su padre, sabiendo que a él le pudiera pasar lo mismo. Imaginaos el dolor también que sufriría por todo esto, aunque su padre fuera tan perverso.

Pero, puede que otras personas que lo rodeaban, como educadores y consejeros, nodrizas (lo que hoy se conoce por “tatas” o “canguros”, etc.), le enseñaron a amar a Dios, especialmente su madre, ¿por qué no? Y con sólo 8 años se vio sentado en un trono para gobernar a toda una nación.

Pero, volvamos a la historia. Ahí está un niño de 8 años comenzando a reinar. Y nos cuenta 2ª Crónicas 34:3 que “A los 16 años, siendo aún muchacho, ya empezó a buscar a Dios”. Con sólo 16 años ya su corazón anhelaba, deseaba y buscaba servir a Dios y hacer su voluntad.

Tal vez si Josías viviera en estos tiempos, los chavales de su edad le dirían que era idiota o loco, un “bicho raro” por amar a Dios de esa manera y dedicarse a buscar la voluntad de Dios para su vida, en vez de pasarlo bien, ir de “ligue” y de fiestas y hasta de “botellona” y a las “discos”.

Sin embargo, Josías entendió que como rey tenía una gran responsabilidad delante de Dios y de todo su pueblo. Él no quería ser un rey perverso e idólatra como su padre y su abuelo. Él no quería destruir ni su vida ni la de los suyos. A pesar de ser tan joven, él se había dado cuenta de algo terrible que le sucedía a su país, estaba destruido y las familias estaban deshechas, todo era un auténtico caos, cada uno hacía lo que le daba la gana y había asesinatos, robos, crímenes, etc., y todo debido a que la gente se había olvidado del verdadero Dios y adoraban a dioses falsos.

Todo el país estaba lleno de imágenes y estatuas a las que las gentes adoraban. No celebraban ya las fiestas antiguas que Dios había instaurado para su pueblo. La gente se divertía de las formas más vergonzosas y terribles que os imaginéis. El pueblo de Israel le había dado la espalda a Dios y estaban pagando las consecuencias de sus pecados.

¿Os suena toda esta situación? ¿No os parece que es lo mismo que estamos viviendo en estos tiempos? El mundo se está destruyendo, está cada vez peor, porque los hombres, los gobernantes, le han vuelto la espalda a Dios, no quieren saber nada de Él y se burlan y desprecian a todo el que dice creer en Él.

Pero, ¿qué vamos a hacer nosotros al respecto? ¿Pensáis que no podemos hacer nada contra todo lo malo que nos rodea? Todos podemos cambiar algo, todos podemos con nuestro ejemplo y actitud, con nuestro comportamiento y conducta y con nuestra oración, ayudar, aportar nuestro “granito de arena”, poner de nuestra parte para al menos, poder cambiar lo que tenemos más cerca de nosotros.

Josías lo hizo. Y él se enfrentó a todo aquello con valor, tal vez, también con miedo, porque podían intentar matarle por ello. Pero, el amor por Dios pudo más que el temor a lo que pudieran hacerle.

Así que, decidió como Ester, que para ese tiempo, para ese momento, para ese fin, había llegado al trono, se había convertido en rey; para limpiar su país de tanta basura, de tanta miseria y dolor, y restaurar la paz, la justicia, la verdad, comenzando por hacer que la gente volviera a Dios arrepentida y le entregaran de todo corazón sus vidas. No había ni hay, no existía ni existe otra manera de que un país pueda vivir en libertad y en justicia, sino es volviéndose al verdadero Dios.

Lecturas: 2ª Crónicas 34:3-7, 2ª Crónicas 34:8-10 y 2ª Reyes 22:3-6

Josías, después de haber limpiado todo el país, incluso zonas del Reino del Norte, con sólo 26 años, regresa a Jerusalén y se propone restaurar y reparar el templo de Dios, la casa del Dios verdadero. Sí, hacía muchos años que el Templo había sido construido por Salomón. Ya no se adoraba a Dios en el Tabernáculo del que hemos leído en el libro de Samuel.

Salomón había levantado el Templo más increíble y hermoso que nos podamos imaginar, en Jerusalén. Al principio había sido el lugar de culto y adoración único en el país. Pero, con el paso del tiempo y con la llegada de reyes perversos e incrédulos al trono, mucha gente dejó de reunirse en el Templo, porque también dejaron de creer y amar a Dios.

La Ley de Dios ya no se enseñaba a la gente, los niños y los jóvenes casi ni sabían quién era Dios. Por todos sitios se fueron levantando lugares de culto y adoración a dioses falsos que traían de las naciones paganas que les rodeaban. Practicaban cosas terribles como sacrificar, es decir, mataban a niños para ofrecérselos a esos dioses falsos. ¡Qué horrible se había vuelto todo en Israel! Y ¿sabéis que sucedió mientras estaban los trabajadores arreglando y reparando el Templo? 

Que alguien encontró por allí escondido o perdido, el libro de la ley (Por entonces lo que había escrito de la Palabra de Dios era el Pentateuco solamente). Pero, leamos juntos el relato de lo que sucedió:

2ª Crónicas 34:14-28

Y al fin, Josías logró por medio de su coraje y pasión, de su entrega verdadera al Señor y su amor por el pueblo, que todos se volvieran a Dios de corazón como él, e hicieran un compromiso de vivir por y para Dios. Este compromiso le llevó entonces a limpiar por completo no sólo todo su reino, sino el lugar que más ensuciado y profanado estaba por la idolatría, ¿Imagináis cuál es? El Templo. Leámoslo:

Lectura: 2ª Reyes 23:4-7

¡En qué horrible lugar habían convertido la Casa de Dios! Pero, gracias a la valentía de un joven, el Templo, el lugar escogido por Dios para estar allí entre su pueblo, volvía después de muchísimos años de estar abandonado, destruido, profanado y ensuciado, a ser la Casa de Dios, un lugar santo y digno donde Dios pudiera sentirse honrado y adorado.

Finalmente, Josías al restaurar todas las cosas, todas las leyes olvidadas por el pueblo, al traer la paz y el sosiego a la sociedad que le rodeaba, entiende que aún le queda una última cosa por hacer: la celebración de la Fiesta de la Pascua. Esta fiesta ordenada por Dios a Moisés en el desierto para que su pueblo la celebrara cada año una vez que estuviera en la Tierra Prometida, y que desde los tiempos de los Jueces, más o menos, unos 800 años, no se celebraba.

Sólo su bisabuelo el rey Exequias había celebrado una, y no fue realmente ni en la fecha ni en las condiciones que Dios había mandado. La pascua que Josías celebró con su pueblo dice la Biblia que jamás se había celebrado otra igual.

Conclusión:

Dios nos llama a ser Josías, jóvenes y mayores con un corazón dispuesto a amarle a Él y amar a los que nos rodean, dispuestos a hacer lo que esté en nuestras manos para cambiar aquello malo que hay a nuestro alrededor y que sí podemos cambiar con nuestro esfuerzo, valor y coraje, como Josías.

No es fácil, nos va a costar lágrimas, como le costaría a Josías. Seguro que él tuvo muchos enemigos, porque él quiso ser un rey justo y hacer lo que era correcto. Él confió en Dios y Dios le ayudó.

Josías está considerado como el mejor rey que tuvo el pueblo de Dios. La Biblia termina diciendo de él que “jamás hubo un rey como él ni antes ni después en la historia de Israel”.

Versículo para memorizar

“No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2:4)

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Daniel

Vacio

Lección 5: "Nuestro compromiso con nosotros mismos"

Daniel y sus amigos Ananías, Misael y Azarías

Daniel significa: “Dios es mi juez”

Daniel también tiene un libro en la Biblia, al igual que Timoteo, Samuel o Ester, y se encuentra en el Antiguo Testamento junto a los anteriores, excepto el de Timoteo que se halla en el Nuevo Testamento. Daniel forma parte de los llamados “Profetas Mayores”.

Mirad, hasta ahora hemos hablado de la importancia del compromiso con Dios, ese compromiso con Él de amarle, seguirle, servirle y hacer su voluntad. Hemos visto que amar a Dios significa y se traduce, (se demuestra) en:

Amar a nuestra familia, amar la obra de Dios (el servicio a él), amar al pueblo de Dios (su iglesia, a nuestros hermanos en la fe), amar a la sociedad que nos rodea (a nuestro prójimo) y hoy vamos a ver que también mostramos ese amor sincero por el Señor cuando nos amamos a nosotros mismos y lo demostramos viviendo en santidad y pureza (cuidando de nuestros cuerpos, de nuestras almas y de nuestras mentes).

En realidad, tendríamos que comenzar por amarnos a nosotros mismos, si queremos ser capaces de amar a los demás, sean o no creyentes.

Este compromiso de amarnos a nosotros mismos quizás es el más difícil de todos, pero podemos ser capaces de comprometernos con el Señor y con nosotros mismos en guardarnos puros y limpios, que es vivir en santidad, vamos a conseguir de forma más correcta y fácil, obedecer a Dios en las demás cosas que Él nos manda y que hemos estado viendo estos días.

A través de Daniel y sus amigos, vamos a aprender cómo se puede vivir realmente para el Señor en santidad. Santidad significa: separado, puesto aparte para dios, sin mancha ni contaminación y dedicado a Dios. Dios nos ordena “Sed santos, porque yo soy santo” (1ª Pedro 1:15-16).

No podemos decir que amamos a Dios y vivir en el pecado, y pecado es todo aquello que ofende a Dios. Pero, veamos quién era Daniel, quiénes eran sus tres amigos y qué nos pueden enseñar ellos acerca de la Santidad.

Lectura: Daniel 1:1-6

Daniel, Azarías, Ananías y Misael eran cuatro jóvenes, seguramente tendrían entre 13 y 15 años cuando fueron deportados, llevados a la fuerza, desde Jerusalén hasta Babilonia por el rey Nabucodonosor.

Éste había invadido el reino de Judá, el reino del sur, y de allí mandó traer a todos los jóvenes de la familia real y de las demás familias nobles, que fueran sin defectos, sin ningún problema físico y que fueran, además, de los más inteligentes y sabios que hubiera en Israel. ¿Os acordáis que ya hablamos un poco de todo esto en la lección de Ester? Entre ellos estaban estos cuatro jovencitos.

Al llegar a palacio, les pusieron vigilancia y guardia, y ordenó que los maestros y sabios de Babilonia les enseñasen y les preparasen para servir o trabajar para el rey en palacio y en sus asuntos, que les alimentasen lo mejor posible de la comida real, y que al cabo de 3 años los presentasen delante del rey a fin de que éste escogiese a los mejores para tenerlos a su lado como ayudantes. Lo más impresionante de esta historia es lo que podemos leer a continuación. Poned atención:

Lectura: Daniel 1:8-16

Es extraordinario comprobar cómo un jóven de unos 14 años puede pensar y sentir de esta manera tan especial. La única razón lógica es que Daniel amaba sinceramente a Dios, aún siendo tan joven, y sabía que comer y vivir de la forma que lo hacían los demás jóvenes en palacio, desagradaba a Dios.

Él tenía muy claro que tanto su corazón, como su mente, como su alma y su cuerpo, le pertenecían a Dios, y ya no debía buscar su propia voluntad, ni sus propios gustos y diversión; sino el agradar a su Señor en todo.

En el Nuevo Testamento se nos enseña muy claro que nuestros cuerpos son templo, es decir, morada o casa, de dios.

Lectura: Juan 14:23.

Y si somos Casa de Dios o Templo donde Dios vive, al aceptar a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, entonces tenemos que entender que el edificio, la casa o el templo donde Dios está viviendo tiene que estar limpio.  Veamos qué nos dicen los siguientes pasajes del N. Testamento sobre todo esto:

Lectura: 1ª Corintios 3:16-17; 1ª Corintios 6: 19-20; 2ª Corintios 6: 16-7:1

¿Entendéis lo que significa ser Templos del Espíritu Santo? Si Dios es Santo, es decir, sin pecado, ¿cómo creéis que se sentirá viviendo dentro de un lugar, nuestros cuerpos, que están manchados y contaminados de, por ejemplo, tabaco, droga, alcohol, sexo, palabrotas, etc.? Dios no puede convivir con estas cosas, con estas malas costumbres y esta forma de vivir. El mal y el bien no pueden estar en el mismo lugar, ¿comprendéis?

Y todas estas cosas dañan, ensucian y contaminan nuestra mente, nuestros corazones y nuestros cuerpos.

Por eso daniel, que sabe todas estas cosas, se propone junto con sus amigos, no vivir como los demás jóvenes que estaban con ellos, porque ellos sí iban a aceptar beber y comer, y disfrutar de las costumbres que tenían en babilonia, costumbres y comportamientos feos y desagradables que lastimaban a dios.

Vosotros sabéis que hoy en día los jóvenes parece que en lo único que piensan es en divertirse, pasarlo bien, “ligar”, etc. Ya desde los 13 e, incluso, los 12 años, comienzan a ir de “botellona”, a beber alcohol y fumar para aparentar ser mayor y ser el más “guay” del grupo.

Lo que menos importa hoy en día es estudiar y prepararse bien en la vida, respetar y obedecer a los padres, esperar a ser mayor para tener novia o novio, aunque ya no se estila eso de “novio o novia”, hoy se llama “ligue” y ya no se espera ni al matrimonio para hacer ciertas cosas que sólo deben hacerse cuando se está casado.

Hoy están con uno y mañana con otro, y los niños, adolescentes y jóvenes quieren vivir tan rápido y experimentarlo todo, que se están perdiendo la niñez y la adolescencia, y cuando llegan a la juventud, es decir, a partir de los 18 años más o menos, resulta que ya lo han experimentado todo, vienen de vuelta de haber probado el alcohol, el sexo y las drogas, y están tan hastiados, tan “quemados”, que ya no tienen ilusión por nada en la vida, se creen que lo saben todo y que son muy importantes y mayores, pero en realidad, están vacíos por dentro y desesperados.

Lo malo de todo esto, es que al haber probado tantas cosas malas en su vida, ya no son capaces de salir de ahí y sanar sus corazones y sus cuerpos ya enfermos y debilitados de tanto que han hecho con ellos. Daniel no quería ser uno de estos, ni Daniel ni sus 3 amigos. Sólo eran unos adolescentes y querían disfrutar de su adolescencia de una manera sana y buena, sabiendo que conforme fueran creciendo, Dios les iría dando lo mejor para cada uno de ellos. 

No hay nada más hermoso que conservarse puros y limpios para el Señor. No hay nada más precioso y valioso que puedas regalarle el dia de mañana a tu esposo o esposa, que tu virginidad, es decir, que no hayas estado nunca con nadie haciendo aquellas cosas que está reservado para el matrimonio.

Dios recompensó de una forma increíble a estos adolescentes por la decisión que tomaron por amor a Él, leamos lo que dice:

Lectura: Daniel 1:17-20

¿Pensáis que vale la pena comprometerse con el Señor de la manera que lo hicieron estos jóvenes? Sí, porque al final, fueron ellos los escogidos para servir como consejeros al rey.

La historia ya no menciona más a los demás jóvenes que estaban con estos 4 amigos; ni siquiera se conocen sus nombres. si embargo, el nombre de Daniel, Azarías, Misael y Ananías han pasado a la posteridad, a la historia, por ser unos adolescentes valientes, atrevidos, que estuvieron dispuestos, incluso, a perder la vida, antes que desobedecer y ofender al señor.

No fueron los otros los que se quedaron en palacio, los que decieron divertirse y disfrutar de todos los placeres que tenían a su alrededor. No, ellos después no se sabe qué sería de sus vidas. Fueron estos valientes jóvenes los que dejaron sin habla al rey por su sabiduría, por su inteligencia, por su comportamiento y conducta tan respetuosa y educada, por su valentía y su impresionante físico tan sano y hermoso. Porque ellos sí supieron escoger lo mejor para sus vidas.

Dice la Palabra de Dios que: “El corazón alegre hermosea el rostro” (Proverbios 15:13) Y esto es lo que les pasó a estos jóvenes, su aspecto era de sentirse felices, radiantes, contentos y satisfechos, por eso, se les veía guapos, atractivos, porque se sentían gozosos de estar obedeciendo a Dios.

Es en nuestros ojos, en nuestra mirada, en nuestra forma de hablar, que se tiene que notar que Dios está aquí dentro, en lo más profundo de nuestros corazones y de nuestras almas. La paz y la luz de su presencia tiene que envolvernos para que los demás vean que verdaderamente Dios vive en nosotros.

Comprometeos con el Señor a conservaros puros, santos y sin contaminación de este mundo, que demostréis a los que os rodean cuánto amáis a Dios, alejándoos de todo aquello que es sucio y malo, de todo aquello que pueda manchar vuestros cuerpos y vuestros corazones, de todo aquello que puede dañar y enfermar vuestros cuerpos.

Podéis hacer un compromiso, no importa lo jóvenes que seáis, de servir al Señor con todo vuestro corazón y con todo vuestro cuerpo, negándoos, como estos 4 amigos, a comer y a beber, a probar y a hacer con vuestros cuerpos todo aquello que sabéis que ofende a Dios. Que decidáis cuidar vuestra boca para no hablar palabras feas, “tacos” y “palabrotas”, que no vayáis ni entréis en sitios y lugares donde se hacen cosas que no están bien, y se divierten de manera fea y desagradable

Un cristiano debe preguntarse antes de hacer o decir una cosa, y antes de ir a un sitio, si Jesús lo haría, si él se sentiría a gusto haciendo y diciendo eso, o yendo a ese lugar.

Versículo para memorizar

“Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1ª Timoteo 4:12)

 

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