Hijos trabajadores y perezosos
(Proverbios 10)
A partir de este capítulo, Proverbios se nos presenta como una mezcla de temas que nosotros, occidentales y modernos, hubiéramos presentado de otra manera, con un orden temático más coherente. Pero lo hemos recibido así y no vamos a enmendarle la plana a Dios. Así que a escarbar en sus enseñanzas.
Buenos y malo
Lo primero que nos encontramos es que no somos islotes, que podemos hacer que los que nos rodean, aquí concretamente nuestros padres, sean dichosos o desgraciados (1). Es lo que comporta el riesgo de la rica interrelación humana. Recuerda que tú también serás padre o madre alguna vez.
Y seleccionando algunos textos, nos encontramos con unos cuantos versículos de “buenos y malos”. Los vv.2-3 nos hablan de algo que como joven te estarás planteando, tendrás que ganar dinero para lograr tu estabilidad futura. Hay maneras fáciles y rápidas de obtener riquezas que comportan graves atentados contra el prójimo, directa o indirectamente. Lo sabrás bien. Hasta es posible que conozcas gente que “trapichea” para enriquecerse. Son los “tesoros de maldad” que están destinados a no prosperar. El contraste lo establece el justo, que quizás aparenta una situación más insegura, pero el final de su camino es la vida y mientras anda por él Dios mismo lo protege y guarda.
La honradez
El v.9 reafirma esta idea de la seguridad desde el punto de vista del justo, de la persona honrada. Siempre va confiado. No deja de ser chocante que tantas veces el poderoso que hizo su fortuna por medios poco honestos sea el verdaderamente frágil frente a la estabilidad del que se conduce cerca de Dios. En esta misma línea los vv.24 y 25 vuelven a poner delante de nosotros el asunto de la seguridad. El impío puede aparentar la mayor de las fortalezas, pero dentro de sí conoce muy bien sus temores. El mayor de ellos, si es impío, lo reconozca o no, es Dios mismo. Al final habrá de encontrarse de cara con Él. Qué contraste con la vivencia del creyente, que ve el día del juicio confiado porque “en el amor no hay temor” (1Jn.4:18).
El v.16 apunta a las ganancias, el salario y la renta respectivamente del justo y del impío. El contraste no puede ser mayor entre la vida bien vivida y aquella que se hunde en el pecado.
Hacer maldad
Y hablando de buenos y malos nos encontramos con el v.23. ¿Hacer maldad por hacer maldad? ¿Por gusto? ¿Puede conllevar la acción de la maldad algún tipo de placer? El texto parece sacado de cualquier informativo. Gamberrismo y vandalismo ya parecen cosas livianas ante agresiones, palizas, torturas e incluso asesinatos sin motivo, sólo por pura diversión. Claro que todos necesitamos nuestros momentos de ocio y hemos de procurarlos, pero de manera sabia. Sin duda, el placer será mucho mayor.
Espirituales sí, pasivos no (4,5,26). Después de la promesa del v.3 sobre que Yahweh no dejará padecer hambre al justo, que nadie entienda con ello que no hay que trabajar. El trabajo tiene que ver con los aspectos materiales, pero también con los morales. Recoger la cosecha justamente en el tiempo que menos apetece trabajar es un gesto de sabiduría, de previsión, pero también un vehículo de buena fama para la familia. Traducido al día de hoy, los jóvenes que preparáis dignamente vuestro futuro no solo saldréis beneficiados sino que en el presente gozaréis de consideración vosotros y vuestros padres, que se han preocupado de vuestra educación. ¿Puede alguien encogerse de hombros y manchar el buen nombre de los suyos?
La riqueza es un bien
A veces los jóvenes nos dais lecciones a los adultos, os volvéis muy críticos con el sistema que nos ha tocado vivir. Eso es digno de admirar, pero el desprecio de las riquezas no puede nunca ser la excusa para no realizar responsablemente vuestro trabajo o vuestra preparación para el mismo.. La Palabra de Dios condena la obtención de las riquezas de manera deshonrada (2,16), así como la actitud de aquellos cuya principal meta en la vida es hacerse ricos, pero una cosa es eso y otra muy distinta despreciar las riquezas que Dios puede darnos de forma honrada y sin afanes. Las riquezas son bienes, no males; despreciarlas porque sí es tenido como insensatez en el libro de Proverbios (5).
Uno de los problemas del perezoso tiene que ver con sus relaciones sociales (26). No puede ser más gráfico el ejemplo de lo que siente alguien que confía en uno de ellos y le hace un encargo. Su irresponsabilidad es crispante y posiblemente termina como un marginado o como alguien poco útil en la comunidad: ¡No cuentes con él, es un vago! ¡Qué triste!